Bailando, tienes algo de orientales
ensueños, y la risa de tu boca
es un sonar constante de cristales,
una florida catarata loca.
Bailando, tienes algo de sultana,
y en la penumbra de tus ojos brilla
el fulgor del mirar de una gitana
embriagada de sol y manzanilla.
Bailando, tienes algo de las siestas
calurosas de estío, y en tu pecho
se amustian los claveles reventones...
Cuando bailas, paréceme que asestas
puñaladas. Tus ojos en acecho
son puñales que hieren corazones.
Rogelio Buendía "Mujer andaluza"
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